Dios Madre me dió la misión de entregar felicidad

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JS Kim, Corea


Me enrolé en la infantería de Marina, esperando experimentar un nuevo mundo después de cumplir mi servicio. El día que terminé el servicio militar, mi corazón palpitaba anticipadamente. Subí al autobús camino a casa, y recordé momentos pasados: mis pobres y sombríos días de escuela, la constante discordia con mis padres… no quería pensar en mi pasado porque parecían los asuntos de otra persona. Confiaba en que mi futuro sería más brillante a diferencia de mi pasado si me esforzaba en todo.

Pero todo lo que planeaba salía mal, y mis padres y yo nos distanciábamos más y más. Huí de mi pueblo natal y me establecí en Daegu, un lugar poco familiar para mí, pero mi situación no mejoró. Solía quedarme solo en mi habitación, sin ánimo de hacer nada. A veces, salía irreflexivamente a la calle porque añoraba el afecto humano, pero me encontraba en medio de un mundo frío y oscuro. Varias veces al día, sentía el impulso de dejarlo todo.
Fue mi mejor amigo quien me ayudó cuando mi vida pendía de un hilo. Aunque no podíamos vernos porque él estaba estudiando en África, escuchó mi queja por teléfono. Un día, me pidió que fuera a la iglesia. Yo me reí ante su sugerencia.

“Si Dios existe, ¿por qué llevo una vida tan dura?” Si Dios existía realmente, quería enfrentarme con él y saber por qué me había hecho tener una vida así. Cuando me hundía más y más en el hoyo de la desesperación y luchaba violentamente, pensé en la iglesia, que tanto había odiado. Fui a la iglesia a la que mi amigo me había pedido que fuera. Las personas me dieron una cálida bienvenida con hermosas sonrisas. Sentía que estaba en otro mundo.

“¡Hay personas que viven esa brillante vida!” A través de esas personas, aprendí la verdad que contiene todos los secretos de la vida humana, y comprendí a la Madre celestial(Dios Madre) que dejó toda su gloria y vino a esta tierra para enseñarnos la verdad. Poco después, vi a la Madre por primera vez cuando asistí a un evento de la Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial en el Instituto de Formación Go&Come de Okcheon. Derramé lágrimas sin cesar. Las lágrimas quitaron las penas de mi pasado, y sentí una felicidad por primera vez en mi vida.

Corrí a mi pueblo natal para transmitir la felicidad que había sentido. Como se acercaba la pascua, prediqué la pascua a mis padres y a mis hermanos. Entonces mi madre, que me estaba escuchando, quedó sorprendida. Ella dijo que una vez había celebrado la pascua, siguiendo a su vecina, cuando yo era niño. Mi madre celebró la pascua que había olvidado junto conmigo. Mis tres hermanos también renacieron como hijos de Dios. Toma mucho tiempo ir a Sion desde mi casa. A pesar de eso, mi madre y mis hermanos siempre asisten a los cultos y reciben muchas bendiciones de Dios. Mi padre aún no recibe la verdad, pero está encantado de ver que me he convertido en una persona llena de energía, y poco a poco está abriendo su corazón. La oscuridad que había caído en mi familia ha huido.

En estos días, me siento feliz desde que abro los ojos hasta que me voy a dormir. Ahora me toca llevar la felicidad a otros. Deseo que todos los que hayan perdido la dirección en su vida y que estén deambulando sin rumbo en este mundo, comprendan la verdad y  que sean felices. Venga a la Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial.

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La predicacíon es el amor y la pasión.
Todo parecía un proceso para mí, para encontrar al verdadero Dios.
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