Lee MM, Corea
Cuando estaba en la escuela, amaba divertirme más que estudiar los libros. La Biblia no era una excepción. Como corría a casa inmediatamente después de que el culto terminara, casi no tenía tiempo de estudiar la Biblia.
Gracias al cuidado constante de los miembros de Sion, pude tener un poco de tiempo para estudiar la Biblia cuando estaba en el último año de secundaria. Pero por el tiempo en el que me interesé en la Biblia, sucedió que decepcioné enormemente a mis padres. Estaba angustiado. Me odiaba a mí mismo porque me comportaba peor que las personas que no creían en Dios, aunque decía creer en Dios y asistía a la iglesia. Incluso dudaba de poder ir al reino de los cielos.
Necesitaba un cambio en mi situación para poder cambiar yo mismo. Después de pensarlo, decidí viajar al extranjero y conseguir un empleo. Aunque no era bueno hablando inglés, pensé que lo aprendería allá, y partí hacia Cairns, Australia, con seis amigos míos.
Era el primer Día de Reposo después de haber llegado a Australia. Una de las cosas por las que siempre agradezco a Dios es que nunca he faltado al Día de Reposo desde mi infancia. Aunque mis amigos trataban de hacerme pasar el rato con ellos, yo iba a la iglesia. Aunque se burlaban de mí y difamaban a la iglesia, yo simplemente pensaba que lo hacían porque no conocían nuestra iglesia.
En Australia, mis amigos hacían lo mismo. Cuando les decía que iría a la iglesia, no decían ninguna palabra buena. A pesar de ello, iba a la iglesia de Cairns para guardar el Día de Reposo.
La Sion de Cairns era una Casa-Iglesia pequeña. Como estaba acostumbrado a guardar el culto en una iglesia grande en Corea, esto me ponía un poco nervioso pero al mismo tiempo me renovaba el hecho de rendir culto en una Casa-Iglesia. Desde ese día, iba a la iglesia después del trabajo aunque mis amigos me persuadían de salir con ellos. En una tierra extranjera, no tenía lugar adonde ir excepto la iglesia o donde me llevaran mis amigos.
Estudiando la palabra de Dios y participando en la predicación en Sion después de trabajar, mi fe creció. Entonces me lamenté por el tiempo que había perdido en Corea.
“Ciertamente soy un gran pecador.”
Cuando estaba en Corea, hacía lo que quería. Los miembros de Sion me mostraban un amor grandioso, pero en vez de estar agradecido con ellos, los hería y a mi familia también. Al comprender lo imprudente que había sido en el pasado, estaba agradecido porque ahora podía salir a buscar a los miembros perdidos de la familia celestial; esta era la única manera de arrepentirme de mis obras pasadas.
Predicaba el evangelio con un corazón arrepentido. No obstante, la gente no estaba interesada en la palabra de Dios. Pasaron algunos meses pero no había guiado ni una sola alma. La humedad y las altas temperaturas hicieron que me sintiera cansado, pero no dejaba de recorrer el camino del arrepentimiento. Como Dios había perdonado a este pecador que había cometido un pecado imborrable en el cielo y había sido paciente conmigo a pesar de ser tardo para entender, esto parecía nada. La sola idea de estar haciendo una obra agradable para Dios, me animaba.
Quería llevar fruto desesperadamente, y lo logré después de seis meses. ¡Qué feliz y agradecido estaba! Lágrimas corrieron por mis mejillas. Sentí que al fin Dios me perdonaba. Pude sentir un gozo incomparable después de arrepentirme. He regresado a Corea con una comprensión valiosa y todavía estoy pasando el tiempo del arrepentimiento. Espero que mis días se llenen de gratitud junto con arrepentimiento.
Esta es la fragancia de Sion de un miembro de la Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial que cree en Cristo Ahnsahnghong y en Dios Madre.
Dejando el deseo del mundo que no puedo abandonar, voy a agradecer a Dios Elohim por cuanto llevo un fruto del arrepentimiento.
Dios Padre y Dios Madre, Desean que regresemos al cielo…
por eso, están esperando a nosotros.
Es un tiempo de arrepentimiento al recordar los tiempos pasados cuando no pude obedecer al Padre Celestial y a la Madre Celestial.
Doy gracias al Padre y a la Madre celestiales por ser un Dios amoroso que perdona todos nuestros grandes pecados y cuida mucho nuestras pequeñas devociones.