Jesús nos ha confiado una tarea a los que aman a Cristo.
Jn. 21:15-17 “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.”
“Apacienta mis ovejas.” “Pastorea mis ovejas.” Hemos recibido este santo mandamiento de Dios. Todavía hay hermanos y hermanas nuestros alrededor, que aún no han comprendido la esperanza en el cielo en la vida de la fe. Es nuestro deber apacentarlos diligentemente con la verdad, y cuidar de sus almas. Debemos tener la fe madura de cuidar de nuestros hermanos y hermanas y ayudarles, en lugar de solo ser cuidados por otros.
Hch. 20:28 “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”
En la Nueva Versión Internacional,
Hch. 20:28 “Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos Para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.”
A veces nos resulta difícil incluso cuidar de nosotros mismos. Por eso, cuidar de los demás no es algo fácil de hacer. Es imposible sin el corazón de amor y sacrificio.
Ro. 13:10-14 “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”
Ahora despertemos y aclaremos nuestra mente; y pongámonos toda la armadura de la luz, dejando a un lado las cosas terrenales de las tinieblas. Como el reino de los cielos se ha acercado, debemos cumplir la última parte de la ley del nuevo pacto a través del amor. Como pueblo de Sion, cuidémonos unos a otros y guiémonos mutuamente mediante las graciosas palabras de Dios, preocupándonos siempre unos de otros, para que todos obtengamos la salvación, sin que ninguno de nosotros deje de ser salvo.
En una familia, es la madre quien cuida mejor que cualquiera de los miembros de la familia. La Madre hace todo para salvar a sus hijos, incluso las cosas que parecen imposibles. Sin esta clase de amor sacrificado, no podemos cuidar unos de otros.
Si tenemos el corazón de la Madre, podemos cuidar de todos nuestros hermanos y hermanas. Así como David rescató a un cordero del león, tomando al león de sus fauces, incluso arriesgando su propia vida, esforcémonos todos por alcanzar la salvación juntos cuidando unos de otros con amor. Hasta el día en que el Padre venga, debemos seguir poniendo en práctica el amor, el cual es el “cumplimiento de la ley” en el evangelio del nuevo pacto.
1 Jn. 4:7-9 “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.”
Dios es amor. Para salvarnos, Dios vino a esta tierra y demostró su amor por nosotros atravesando voluntariamente toda clase de sufrimientos y sacrificios. Sin este tipo de amor, es imposible cuidar de los demás.
Si todos y cada uno de los miembros de Sion son perfeccionados en el amor, el evangelio del nuevo pacto podrá ser cumplido. El nuevo pacto es el evangelio del amor, a través del cual podemos cuidarnos unos a otros.
1 Co. 13:1-7 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
Desde luego, el mayor amor de todos los mencionados aquí es el amor de Dios que ha sido dado a nosotros, sus hijos, su carne y su sangre a través del sacrificio de la Pascua. Sin embargo, Dios también nos ha dado este mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Por eso debemos tener este amor y ponerlo en práctica.
Para cuidar de nuestros hermanos y hermanas y guiarlos al cielo, debemos tener paciencia y amabilidad en nuestro corazón. 1 Corintios 13 nos muestra que todo lo que se hace sin amor es algo incompleto. El fruto nacido sin amor o el conocimiento de la palabra de Dios obtenido sin amor aún es incompleto.
Guardar los mandamientos de Dios, predicar el evangelio, enseñar la palabra de Dios, servir a nuestros hermanos y hermanas y a nuestro prójimo, etc., todas estas cosas deben ser hechas con amor. Para cumplir el más grande mandamiento del “amor” en la verdad del nuevo pacto, Jesús nos dio este último mandamiento: “Pastorea mis ovejas”.
Oremos el uno por el otro, démonos ánimo y fuerzas mutuamente, y ayudémonos a alcanzar el reino de los cielos. Deseo que todos ustedes tengan esta misma clase de espíritu valiente como el de David, que hasta arriesgó su propia vida por salvar a un cordero del león o del oso, tomándolo de las fauces cuando se llevó un cordero del rebaño. Pensando en el amor de Dios que siempre nos protege y cuida de nosotros, cuidemos bien de nuestros hermanos y hermanas de Sion y guiemos muchas almas a los brazos de Dios, para que podamos cumplir toda la ley como hijos de Dios llenos de amor.
Bueno!